Esta noche, nada menos que en las noticias de TVE 1, he visto, por fin, las imágenes del verano. La verdad que llevamos una rachita de las buenas. No hacemos más que salir en prensa, radio y televisión; la parte negativa es que casi todo es malo: trampas, agresiones alevosas, protestas estilo “black power”, supuestas peleas…vamos, de todo menos por lo que deberíamos salir, por lo estrictamente deportivo. Es lo que tiene la “era de la comunicación”, que todo se sabe o, como decía mi abuela: “no la hagas sin temerla”. Son gabelas de la “globalización” y, en nuestro ámbito doméstico, de la pseudoprofesionalización.
Pero hoy quiero sólo centrarme en el asunto con el que abría ésta entrada: la acción que ha supuesto la sanción para Tom Williams, jugador de los Harlequins; el fisioterapeuta del equipo y el Director de Rugby del club (vaya tela, esto es como si lo hace Ferguson) Dean Richards, el que fuera reputadísimo tercera línea de la selección inglesa y de los British Lions.
He visto y leído de todo: que si la sanción es justa, que si es injusta, que para el jugador es mucho (o poco) y para el fisio y/o el entrenador también (o no); que habría que sancionar al club; que no es para tanto; que eso lo hacen todos (de hecho parece que no es la primera vez que Richards está implicado en situaciones parecidas. Desde luego, yo no conozco ningún fisioterapeuta o médico de club que lleve en su botiquín cápsulas de sangre falsa; vamos, que no las llevas por accidente); que si yo me arrancaba los puntos para sangrar…
Todo esto creo que está ocultando una situación que probablemente debería dar lugar a un debate más de fondo. Y me explico. Resulta que nuestro deporte ha evolucionado desde los tiempos de Webb Ellis de tal manera que ni cualquiera de los fundadores lo reconocería: desde las formas de marcar y la puntuación a los balones, pasando por el modo de jugarse, la toma de decisiones, las sanciones, los arbitrajes…casi todo se ha regulado de nuevo desde el origen. Y cada nueva decisión sobre el modo de jugarse y las reglas ha ido encauzándose en dos sentidos: la garantía de la seguridad para los jugadores y, cada vez más, asegurar el espectáculo. Algo con lo que TODOS, sin excepción, estaremos de acuerdo si nos preguntan. De hecho, se nos llena la boca de recordar a cualquiera, cada vez que podemos, que el Mundial de Rugby es el tercer evento más seguido tras los Juegos Olímpicos y los Mundiales de fútbol.
No voy a discutir la sanción, ni mucho menos; existe la norma y ha sido vulnerada. Que los responsables se hagan cargo y asuman las consecuencias, como en todos los ámbitos de la vida. Pero creo que los organismos rectores de nuestro deporte, van a dar, antes o después (en mi opinión más antes que después) una nueva vuelta de tuerca al Reglamento, y se implantarán los cambios “de baloncesto” o estilo NFL. De hecho, las últimas modificaciones reglamentarias han ido yendo en éste sentido, con la especialización de los primeras líneas, incluyéndose ya la obligatoriedad en las ligas profesionales de que haya tres sustitutos, uno por cada puesto, para la primera línea. (*)
En mi opinión, hay factores que pueden favorecer que se tomara ésta decisión. El más evidente es el factor físico. El volumen de trabajo físico al que se ve sometido un jugador profesional de élite es terrible y permitir las “rotaciones” permitiría tener a los mejores jugadores disponibles en los minutos en los que se decide el partido. Esto es más evidente aún durante los encuentros de la Copa del Mundo, en el que el cansancio y el desgaste se acumulan en los jugadores según pasan las jornadas. No hay que olvidar que el cansancio –físico y mental- coadyuva a la aparición de lesiones, además.
El segundo factor sería el del puro espectáculo. Con los mejores jugadores “frescos” y disponibles en los momentos clave se garantizaría, creo yo, una mayor intensidad y, por ende un mayor espectáculo. Por supuesto, esto es discutible, porque ambos equipos estarían en igualdad de condiciones (supuestamente) y tal vez las defensas se impusieran a los ataques pero…eso es cuestión de los entrenadores, digo yo.
En todo caso, lo que parece evidente es que estas TRAMPAS se están produciendo en casi todas las ligas (la nuestra incluida, aunque aquí aún no hemos llegado a las cápsulas de sangre, pero sí he visto pedir un cambio “por sangre” porque a alguien se le había explotado un grano en la rodilla). No quiero decir con esto que haya que permitirlo. Como he dicho antes, si la norma existe, está para cumplirla. Y si no, que cambien la norma. Mientras tanto, es lo que hay, guste o no.
Como decía Elliot Ness/Kevin Costner en la obra maestra de Brian de Palma,
Los Intocables de Elliot Ness, al ser preguntado al final de la cinta:
-“Señor Ness, dicen que van a abolir la prohibición (de consumir alcohol).
¿Qué hará entonces?”.
-“Tomarme una copa”.
Pues eso.
(*) Nota: Habrá que estar atentos a la nueva normativa que parece que pretende evitar más trampas precisamente respecto a la "carencia" de primeras líneas cuando un equipo ve que tiene problemas con la melé.