Uruguay también existe



Recibimos la primera parte de la crónica del viaje de nuestros asociados Francisco Pesce y José Ignacio Fernández a Montevideo.


Miércoles/Jueves
A las 22 horas del miércoles 4 de noviembre habíamos quedado en la T4 de Barajas. La revíspera, debida a que el avión salía de la Terminal Satélite y entre eso y los trámites aduaneros, no fuera a ser que nos dejaran en tierra después de todo. En cualquier caso, el previaje empezó antes, puesto que nos encontramos Francisco y su señora, que le acompañaba al aeropuerto, y yo, en la línea 8 camino de Barajas.
Y llegamos al aeropuerto y empieza el cachondeo. Francisco que decide que va a “embalar” las maletas con el albal transparente ese; por no ir separados en el avión, me quedo con él en lugar de ir a facturar. En qué momento. Había un solo pavo envolviendo maletas y nos costó la bromita como media hora de espera. En fin, menos mal que no teníamos prisa. Concluída la “Operación Condón”, facturamos y pasamos los subsiguientes trámites: control de embarque, pasaportes, cervecita... y embarque “on time”.
Una vez arriba y enseguida, las “ambilísimas” azafatas de Iberia, que no bajaban de los 50 ninguna, nos echan (sí del verbo echar) la cena para ver si las dejamos en paz. Intentamos leer, pero no lo conseguimos, que eran casi las 2 de la madrugada. Francisco se cuajó inmediatamente y yo un poco más tarde. Conseguí casi cinco horas de más o menos dormir.
Nos despertamos y nos tragamos a medias un peliculón que era para cortarse las venas, menos mal que de vez en cuando pegábamos cabezadas. Creo que debió durar como tres horas la película. No recuerdo ni el título.
Ya medianamente despiertos, nos traen el desayuno y el comandante, un crack, nos informa:
“Buenos días, tenemos dos pronósticos para Montevideo: uno de sol y temperaturas agradables y otro cubierto y con posibles lluvias”. Literal. Con dos cojones. Lo bueno es que acertó con los dos.
Por fin llegamos a Montevideo. On time. Ahora solo queda recoger las maletas. Y esto suponemos que será rápido porque el aeropuerto de Carrasco es sólo un poco más grande que el de San Sebastián. Efectivamente, llegamos a la cinta y allí está mi maleta y una de las dos de Francisco. Bueno, dos de tres. La cosa va rápido. Sí, sí. ¡La penúltima que salió!. Estábamos pensando en quedarnos allí a vivir. No problemo; sin estress, que tenemos todo el fin de semana por delante. Salimos y allí estaba esperándonos Gustavo Gerbasi, árbitro de la URU y colega de Francisco quien nos recogió con la furgoneta y nos llevó, en el primero de los múltiples viajes que íbamos a hacer, de Carrasco al centro de la ciudad, dónde estaba el hotel.

Apunten éste nombre: Hotel London. Y véase la foto del ascensor. Todo limpio y en orden... pero antediluviano.
Dejamos las maletas y nos lanzamos a la calle. Primer objetivo, ir a saludar a Santiago Slinger, artífice del intercambio y director del Torneo. Fuimos a su oficina y allí nos atendió un momento, que eran horas de trabajo. Realizado el trámite, Francisco me hizo el City Tour y acabamos en el Mercado del Puerto comiendo, como corresponde, carne. Interesantísimo y curioso lugar el Mercado del Puerto... que no es un mercado, sino un conglomerado de restaurantes y asadores... bajo la cubierta del antiguo mercado.
Tras la comida, regreso al hotel a descansar un rato. Francisco aprovechó para acercarse a “su” casa, ahora de su hermano, a llevar una de las dos megamaletas repletas de regalos para su familia y la de su señora. A su regreso, vuelta a la calle, que había quedado con los colegas del club. Empiezo a conocer a sus amigos y me van cuadrando las cosas. Qué personajes. Eso sí, todo gente encantadora. Nos dirigimos a su club, donde supuestamente iban a entrenar y después tenían un asado.
Ni entreno, ni asado. Reunión informal y hamburguesas. Y tenían charla “oficial” porque cambian de entrenador después de....n años.
De allí volvimos a la “civilización” pues el club está en las afueras. Mi cuerpo dijo basta y me retiré al hotel. Francisco se quedó con ellos, que para eso hacía más de año y medio que no les veía.

Continuará....

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