Crónica de José Ignacio y José Alberto sobre el Seven Ciudad de Gijón, organizado por La Calzada.
Viernes 16’30. Sale la dupla camino de Gijón. Lluvia a intervalos, especialmente por la provincia de Zamora y niebla por la “autopista” León-Asturias. Y niebla. Al llegar a Gijón, afortunadamente, no llovía y la temperatura resultaba agradable. José Alberto, que es un optimista, confiaba en que se mantuvieran así las cosas para el día siguiente.
Llegamos al (pedazo de) hotel Abba Gijón a eso de las 21’30. Una vez más, infrautilización de la hostelería. Piscina, solarium, spa…total, para llegar a las 21’30 del sábado, usarlo para dormir, salir del hotel a primera hora de la mañana, volver a última de la tarde-noche, ducha, salir a cenar y volver a dormir y abandonarlo al día siguiente a las 10 de la mañana. A ver, entendámonos, que nosotros agradecemos un huevo el esfuerzo (especialmente económico) a la organización, pero seguro que un hotel más modesto les resulta más barato y a nosotros nos va a dar igual. En todo caso, en ésta ocasión fue un acierto si no por nosotros, por nuestros compañeros Félix Villegas, Fernando Raposo y Alberto Ruiz. O más bien por sus señoras y progenie, que si no llega a ser por el hotel (dotado incluso de una pequeña zona infantil) lo hubieran pasado un poquito peor, dadas las condiciones meteorológicas.
Hecho el inciso, volvemos al grano. Llegamos al hotel, como decía, dejamos las bolsas y bajamos a tomar una cerveza. Ya nos cruzamos con los compañeros, que deciden que ya era hora de dar de cenar a la prole, que estaba canina. Cosas de viajar con la familia, lógicamente. Quedamos en llamarlos luego…y quedamos mal. Por no enredar nos tomamos una sidra con unas raciones y José Alberto y yo nos retiramos al hotel.
Tras un reparador descanso (Increíble. Hasta necesité el despertador) nos levantamos a eso de las 8’15 y nos fuimos a desayunar, ya con la terna al completo. Al salir a la calle, mal rollo de día: lloviendo. “Orbayu”, según José Alberto. Qué cachondo.
Como no quedaba otra, desayunamos y a los coches, que la cita era a las 9’30 en la Universidad Laboral. Como no podía ser de otra manera, excepto los chicos de La Calzada, que para eso eran los organizadores, fuimos los primeros. Ya a esa hora se abrió la veda de las multas, con la gente que iba llegando “retrasada”. Implacable Fernando Raposo como cobrador-tesorero.
Y como no puede ser de otra manera en cualquier seven que se precie, un equipo (Barbarians; lógicamente, estarían en alguna gira por Sudáfrica o algo así, claro) no comparece. Alberto Ruiz empieza su particular calvario porque era su partido…que por supuesto no se jugó. Y qué mala suerte, era el único que repetía equipo en las designaciones, precisamente con…el Barbarians. Menudo morro el tío. Fin de semana a gastos pagados con la familia en Gijón y para no hincarla. Las dos de la tarde y todavía no había sacado el pito del bolsillo.
En fin, la organización decidió, con buen criterio, mantener el horario eliminando simplemente los partidos del equipo que no comparecía.
Mientras tanto, los partidos se sucedían bajo la lluvia. Más o menos intensa pero bajo la lluvia. Los lugareños auguraban lluvia hasta eso de las 12 ó 12’30 para luego ir abriendo. Muy atentos al reloj (al de pulsera y al de la torre de la Universidad Laboral) íbamos esperando la llegada de la hora señalada como Gary Cooper en High Noon.
Pero debía ser las 12 de otro día, porque ni de coña. Allí seguía lloviendo y ni trazas de abrir.
Mientras tanto, el torneo proseguía. A pesar de la lluvia el campo mantenía más o menos buen estado y era posible ver algunos buenos encuentros, con bastante igualdad en los marcadores.
A todo esto, Alberto (Ruiz) consigue por aclamación el Premio Down del Torneo al ser golpeado por el balón en un saque de centro en el primer partido que consigue arbitrar.
Entre unas cosas y otras llegábamos al final de los partidos de grupos con Hammurabi y Oviedo por un lado y Oporto y Bera Bera por otro como primeros clasificados de cada grupo y semifinalistas de la Copa de Oro. Pucelanos y donostiarras disputaron la primera semifinal de oro, siendo finalmente el Bera Bera quien alcanzaría la final, demostrando que fue buena idea llevar desde el jueves “concentrados” en Gijón para el Torneo. En la otra semifinal, el Oviedo le ponía las cosas difíciles a los a priori favoritos del CDU Porto (Oporto para los amigos). Xabito continúa demostrando los beneficiosos efectos de dormir enterrado en una caja llena de tierra de Transilvania, porque si no, no se explica. En cualquier caso, los portugueses hicieron valer su condición y se impusieron finalmente a los ovetenses. Estos se resarcirían en parte alzándose con el tercer puesto al imponerse al Hammurabi de Valladolid. Muy buen torneo del Oviedo.
Viernes 16’30. Sale la dupla camino de Gijón. Lluvia a intervalos, especialmente por la provincia de Zamora y niebla por la “autopista” León-Asturias. Y niebla. Al llegar a Gijón, afortunadamente, no llovía y la temperatura resultaba agradable. José Alberto, que es un optimista, confiaba en que se mantuvieran así las cosas para el día siguiente.
Llegamos al (pedazo de) hotel Abba Gijón a eso de las 21’30. Una vez más, infrautilización de la hostelería. Piscina, solarium, spa…total, para llegar a las 21’30 del sábado, usarlo para dormir, salir del hotel a primera hora de la mañana, volver a última de la tarde-noche, ducha, salir a cenar y volver a dormir y abandonarlo al día siguiente a las 10 de la mañana. A ver, entendámonos, que nosotros agradecemos un huevo el esfuerzo (especialmente económico) a la organización, pero seguro que un hotel más modesto les resulta más barato y a nosotros nos va a dar igual. En todo caso, en ésta ocasión fue un acierto si no por nosotros, por nuestros compañeros Félix Villegas, Fernando Raposo y Alberto Ruiz. O más bien por sus señoras y progenie, que si no llega a ser por el hotel (dotado incluso de una pequeña zona infantil) lo hubieran pasado un poquito peor, dadas las condiciones meteorológicas.
Hecho el inciso, volvemos al grano. Llegamos al hotel, como decía, dejamos las bolsas y bajamos a tomar una cerveza. Ya nos cruzamos con los compañeros, que deciden que ya era hora de dar de cenar a la prole, que estaba canina. Cosas de viajar con la familia, lógicamente. Quedamos en llamarlos luego…y quedamos mal. Por no enredar nos tomamos una sidra con unas raciones y José Alberto y yo nos retiramos al hotel.
Tras un reparador descanso (Increíble. Hasta necesité el despertador) nos levantamos a eso de las 8’15 y nos fuimos a desayunar, ya con la terna al completo. Al salir a la calle, mal rollo de día: lloviendo. “Orbayu”, según José Alberto. Qué cachondo.
Como no quedaba otra, desayunamos y a los coches, que la cita era a las 9’30 en la Universidad Laboral. Como no podía ser de otra manera, excepto los chicos de La Calzada, que para eso eran los organizadores, fuimos los primeros. Ya a esa hora se abrió la veda de las multas, con la gente que iba llegando “retrasada”. Implacable Fernando Raposo como cobrador-tesorero.
Y como no puede ser de otra manera en cualquier seven que se precie, un equipo (Barbarians; lógicamente, estarían en alguna gira por Sudáfrica o algo así, claro) no comparece. Alberto Ruiz empieza su particular calvario porque era su partido…que por supuesto no se jugó. Y qué mala suerte, era el único que repetía equipo en las designaciones, precisamente con…el Barbarians. Menudo morro el tío. Fin de semana a gastos pagados con la familia en Gijón y para no hincarla. Las dos de la tarde y todavía no había sacado el pito del bolsillo.
En fin, la organización decidió, con buen criterio, mantener el horario eliminando simplemente los partidos del equipo que no comparecía.
Mientras tanto, los partidos se sucedían bajo la lluvia. Más o menos intensa pero bajo la lluvia. Los lugareños auguraban lluvia hasta eso de las 12 ó 12’30 para luego ir abriendo. Muy atentos al reloj (al de pulsera y al de la torre de la Universidad Laboral) íbamos esperando la llegada de la hora señalada como Gary Cooper en High Noon.
Pero debía ser las 12 de otro día, porque ni de coña. Allí seguía lloviendo y ni trazas de abrir.
Mientras tanto, el torneo proseguía. A pesar de la lluvia el campo mantenía más o menos buen estado y era posible ver algunos buenos encuentros, con bastante igualdad en los marcadores.
A todo esto, Alberto (Ruiz) consigue por aclamación el Premio Down del Torneo al ser golpeado por el balón en un saque de centro en el primer partido que consigue arbitrar.
Entre unas cosas y otras llegábamos al final de los partidos de grupos con Hammurabi y Oviedo por un lado y Oporto y Bera Bera por otro como primeros clasificados de cada grupo y semifinalistas de la Copa de Oro. Pucelanos y donostiarras disputaron la primera semifinal de oro, siendo finalmente el Bera Bera quien alcanzaría la final, demostrando que fue buena idea llevar desde el jueves “concentrados” en Gijón para el Torneo. En la otra semifinal, el Oviedo le ponía las cosas difíciles a los a priori favoritos del CDU Porto (Oporto para los amigos). Xabito continúa demostrando los beneficiosos efectos de dormir enterrado en una caja llena de tierra de Transilvania, porque si no, no se explica. En cualquier caso, los portugueses hicieron valer su condición y se impusieron finalmente a los ovetenses. Estos se resarcirían en parte alzándose con el tercer puesto al imponerse al Hammurabi de Valladolid. Muy buen torneo del Oviedo.
La final tuvo poco color porque los chicos del Bera Bera se habían vaciado totalmente. Hubo un momento en que parecía que podían llegar a remontar pero un nuevo ensayo nada más recibir el saque les hundió definitivamente. No parecían muy preocupados, todo hay que decirlo. Conclusión, 29 partidos y 10 horas después la cosa acaba como estaba previsto, con el Oporto campeón de la XVII Torneo de Rugby a Siete Ciudad de Gijón.
Después vendría un fabuloso tercer tiempo allí mismo con comida y bebida a granel (fantásticas las costillas). Tras eso, José Alberto y yo nos fuimos a duchar al hotel, que ya que lo tenemos pagado, vamos a darle uso, ¿no? para posteriormente reunirnos con el resto del elenco arbitral y tomar un refresco en forma de combinado de mezcla.
Los padres de familia en ejercicio se retiraron pronto. Nosotros aún tuvimos fuerzas para ir hasta Cimadevilla donde se celebraba el “Tercer Tiempo Itinerante” entre 8 bares de la localidad. Nos sirvió con el Matadero, que el día había sido muy largo.
El domingo, a las 10’30 de la mañana, emprendíamos el regreso a Madrid, después de otra noche reparadora.
Y seguía lloviendo.
No nos queda más que dar las gracias al Club de Rugby La Calzada por su amable trato y hospitalidad, especialmente a Jorge y a Pinilla, nuestro enlace (que monstruo Pinilla), así como a los chicos del Comité de Arbitros del Principado sobre todo a Alberto Pérez y Rubén por su trabajo y esfuerzo, así como a todos los compañeros del Comité que se pasaron el día bajo la lluvia con nosotros.
P.D. Ah, sí. Que se me olvidaba. Confirmar la teoría de Gari, de Bera Bera, sobre el efecto del cabrales en las chicas asturianas.
Después vendría un fabuloso tercer tiempo allí mismo con comida y bebida a granel (fantásticas las costillas). Tras eso, José Alberto y yo nos fuimos a duchar al hotel, que ya que lo tenemos pagado, vamos a darle uso, ¿no? para posteriormente reunirnos con el resto del elenco arbitral y tomar un refresco en forma de combinado de mezcla.
Los padres de familia en ejercicio se retiraron pronto. Nosotros aún tuvimos fuerzas para ir hasta Cimadevilla donde se celebraba el “Tercer Tiempo Itinerante” entre 8 bares de la localidad. Nos sirvió con el Matadero, que el día había sido muy largo.
El domingo, a las 10’30 de la mañana, emprendíamos el regreso a Madrid, después de otra noche reparadora.
Y seguía lloviendo.
No nos queda más que dar las gracias al Club de Rugby La Calzada por su amable trato y hospitalidad, especialmente a Jorge y a Pinilla, nuestro enlace (que monstruo Pinilla), así como a los chicos del Comité de Arbitros del Principado sobre todo a Alberto Pérez y Rubén por su trabajo y esfuerzo, así como a todos los compañeros del Comité que se pasaron el día bajo la lluvia con nosotros.
P.D. Ah, sí. Que se me olvidaba. Confirmar la teoría de Gari, de Bera Bera, sobre el efecto del cabrales en las chicas asturianas.
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