Por tierras castellanas (I)

Mal empezaba la cosa sin haber empezado. El viernes a las 11 de la mañana (o cosa así) hablo por teléfono con el señor Director de la Escuela, José Manuel Pardal (“Cojo Mantecas” en adelante) y, entre otras cosas, le pregunto:
-“¿a qué hora llegas?”
-“No se si voy”
- ¿...?
- “Me duele la pierna un huevo y no puedo ni andar”.
- Tú mismo. Avísanos para saber si te esperamos o no.

Finalmente, es de la partida y llega a Atocha a las 18’15. Allí se reune con el grueso de la expedición, formada por Alfonso “Blanquito” Mirat, Nacho “El Charlas” Chaves y Julio “Galletero” Aguirre. Este último, argentino (dice él) y residente en Cataluña.

A eso de las 19’30 me recogen en Galapagar y retomamos viaje hacia tierras Castellano-Leonesas. No sin que Pardal monte un pollo que te cagas para conectar el “blutú” del teléfono. Total, para que luego no funcione y se quede colgado después de una llamada de Fernando Raposo y encima nos deje sin radio.
En cualquier caso, llegamos sin contratiempos al Hotel NH Valladolid, lugar de pernocta para el fin de semana. Y con la primera charla de Mikel, que quería que estuviéramos allí desde el mediodía prácticamente. Total a las 21’30 ya estábamos dispuesto a reunirnos para acordar el protocolo. Con todos presentes y dispuestos: Fernando Raposo, Iñaki Vergara, Batman y Robin y Adriel Vívoras. Un monstruo, otra vez, Pardal. “Voy a presentaros a todos: bla, bla, bla...y Ariel”. Tuve que explicarle que Ariel era la Sirenita.
Después de dejar claras las instrucciones para el fin de semana nos dirigimos al centro de Valladolid (todos menos el Galletero; qué máquina, se quedó en la cama y ni una cerveza se tomó) para cenar un poco: unas cervezas, unos pinchos y poco más. Y vuelta al hotel.
A las 00’20 en la cama.

Y a las 07’15 otra vez arriba. Me cago en todo. Madrugamos más los fines de semana que entre semana para ir a currar.
En fin, a las 08’30 ya estábamos en Pepe Rojo y todos al vestuario. Reparto de grupos, campos y designaciones. En ese momento se gesta la leyenda del Caballero Oscuro. Pardal ve a Iñigo Atorrasagasti ponerse una camiseta térmica negra...e inmediatamente le bautiza. Jorge Molpeceres, por afinidad, queda confirmado como Robin.

Y empieza el Torneo. Como no, empezamos a liarla. El primer polémico, Iñaki Vergara. Que en su primer partido, un equipo sólo tenía tres primeras líneas. Que qué hacía. Cuando supieron que les iban a dar por perdidos todos los partidos del Torneo aparecieron inmediatamente tres primeras líneas más.
Descubrimos los partidos de tiempos alternos, o disputados entre cuatro equipos. Ese Fernando Raposo, que, ni corto ni perezoso, ve que acaba la primera parte del partido anterior al suyo, entra al campo y, con la simpatía que le caracteriza, ... empieza a llamar a voces a los dos equipos de su partido, conminándolos a empezar. Ojipláticos le miraban.
A eso de las 13’30, Iñaki Vergara que se pira. Que tenía que venir a Madrid a pitar el juvenil Cisneros-Quesos a las seis de la tarde. Que el jueves se había caído Imanol Gaztelurrutia. No debe haber más árbitros en España. Retomaremos éste asunto después.

El Torneo va transcurriendo con normalidad. Salvo porque Batman se lo carga al pitar el Alcobendas-Salvador... y que éstos pierdan 0-30. Culpa suya todo. Especialmente por sacar una tarjeta roja a uno del Salvador...por mandarle a tomar por culo. Otro polémico, igual que su padre.
Muy educados, especialmente un menda que estaba haciendo algo “oficial” con el equipo. De hijo de puta para arriba le puso. Gran ejemplo para los chavales.
Y cuando acaba el partido, (Pardal y yo nos habíamos bajado a pie de campo, “paraporsi”), voy a Iñigo y le doy la mano. Y un “técnico” del club va y me dice “¿pero, por qué le das la mano?”. Tuve que explicarle que éramos pareja.

En fin, entre unas cosas y otras conseguimos acabar indemnes la jornada del sábado. Las 15’30 eran. De comer, ni hablamos. Menos mal que la organización había previsto algo y pudimos comernos un bocata en el bar de las instalaciones. De allí al hotel, unos a descansar y el “comando Madrid” que se queda, como debe ser, tomando un café y un digestivo. Tuvimos que elegir el local: era o el “Gatsby” o el “Garras”. El nombre y la oscuridad reinante en el interior de éste último nos acojonó, así que optamos por el Gatsby, donde va a dar.
Y aceptamos Zoco como patxarán.

(Continuará)

1 comentario:

"El presi" dijo...

Os haceis (nos hacemos) mayores, si ya empezamos a aceptar "Zoco como patxaran", hay cosas por las que no se debia de pasar.