Pero... ¿este deporte no era diferente?

Con esta entrada damos paso a una nueva firma en nuestro blog, que esperamos se vea así rejuvenecido, renovado y, por qué no, fortalecido. Os dejo aquí la visión de Eryako, abierta a comentarios, como siempre. Esperamos que os guste.
 
¿Alguien recordará esos valores que hacían este deporte diferente? respeto al rival, al árbitro, la disciplina, el compañerismo, el espíritu deportivo, y todo eso se va yendo por la borda. No solo en los adultos, sino cada vez más en los jóvenes, algunos clubes tratan de mantenerlo, pero otros por las meras ganas de ganar, de aplastar y humillar al rival, no les importa matar unos valores tan apreciados por los allegados y los extraños de este deporte, salvo por la mera circunstancia que los que formamos parte de el, vemos como mueren y se van convirtiendo en leyendas urbanas que recordaremos con añoranza.
 
En un partido de infantiles entre los tigres y los leones, los que se suponen que son “educadores”, los que tienen la batuta de impartir esos valores que se han enseñado en este deporte a lo largo de los años, no paraban de increpar al árbitro e incluso insultarlo. Entre varios se les pidió que se controlaran, ya que estaban dando un magnífico ejemplo a sus muchachos, y esto,  podría terminar en problemas. ¿Como terminó? Uno de los chicos tratando de agredir al árbitro, teniendo que intervenir la seguridad de la instalación, este es el momento en el que esos “educadores” se disculpaban, era impensable, la primera vez, pero de vez en cuando mola decir esa frase de : “Te lo dije”.
 
En una de las jornadas de benjamines,  los linces contra los pumas, en el que se jugaban entre nada y nada de nada, se da la misma situación los jugadores a lo suyo, pero los “educadores” a tope con el árbitro, un chico joven en formación. En el descanso me acerco a hablar con el árbitro y me adelantan los entrenadores, cual Sebastian Vettel en Silverstone, y comienzan a recriminarle todo tipo de cosas. Muy educadamente les mandamos  a tomar por _ _ _ _, que para esto ya hay otras personas. En la segunda parte los entrenadores siguieron a lo suyo, pero los chicos del campo, que no escuchaban a sus entrenadores, no decían absolutamente nada y se dedicaban a jugar, pero los de la banda, sin siquiera comprender que se recriminaba, comenzaron a repetir las protestas de sus entrenadores.
 

-” ¿Y se puede gritar mucho para que el equipo que saca el lateral no pueda cantar las claves?”
-“No es que, las circunstancias del partido.”
-“Es que, protestar es parte de mis funciones como entrenador.”
 -“Es que, nos jugamos el primer puesto de la jornada de niños.”
 -“Es que el arbitraje está siendo muy malo.”
 
Es que, es que....
 
Parece que nos da igual, nos concentramos en entrenar todas las trampas habidas y por haber, pero seguimos sin saber pasar a la derecha, ni hacer un placaje decente. Pero lo peor de todo, es que no nos damos cuenta que las categorías inferiores, no tienen objetivos únicamente deportivos, no todo consiste en ganar, ganar y ganar, también consiste en educar a estos chicos esa serie de valores, que definen tanto al rugby como diferente, único e idílico. Este es el ejemplo que damos, y los valores del Rugby mueren.
Como alguien dice cada vez más a menudo: “Lo único que nos diferencia del fútbol, es que hay muchos menos espectadores en los campos”.
 

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Añado otro caso de futbolerismo:

Entrenador local: "Es que el otro equipo va del mismo color exacto que nosotros y se les advirtio"

Arbitro: "si no se consiguen otras camisetas no se juega el partido"

Entrenador visitante: "oye, vosotros no tendreis una equipación para cambiaros, o dejarnosla a nosotros que nos da igual"

E-L: "no no, aqui no hay nada, solo tenemos esa... oye arbitro, y si no se juega que pasa, nos lo dan por ganado no?"

A: "Mira, no lo se, yo lo reflejo en el acta y decide la federación"

E-L: "bueno, es que aqui no tenemos nada, aun asi vamos a buscar algo..."

Esto se resuelve con la aparición de una equipación del año catapum del equipo local que deja al visitante, a pesar de que el equipo local calienta con una camiseta NUMERADA de distinto color.

Moraleja, le da mucho rollo para fastidiar y ver si ganaban el partido sin jugar

Anónimo dijo...

Lamentablemente se ven cada vez más actitudes de ese tipo. Creo que hay que desterrarlas y que es responsabilidad de cada club aunque quizás sancionar con golpe e incluso tarjeta a los entrenadores no estaría mal para dar ejemplo a los niños. Pregunto como árbitro y entrenador: ¿se puede no? si me insulta un entrenador o delegado, ¿qué hago?

Anónimo dijo...

Por cierto, muchas gracias por reactivar el foro.

ErYako dijo...

¿Está en el acta? Roja y a escribir.

José Ignacio dijo...

No se puede pitar un golpe a un entrenador, delegado, suplente... o la grada.
Sí es posible mostrarle la tarjeta roja. Y si es alguien que no está en el acta, lo que hay que hacer es pasarle la responsabilidad al delegado de campo/club. Si el no lo consigue resolver (incluso aunque lo resuelva) todo debe consignarse en el acta.

Anónimo dijo...

Muchas gracias por las respuestas. En caso de enseñar tarjeta roja a alguien fuera del terreno de juego, deben abandonar la grada o es algo simbólico?

Eryako dijo...

Fuera del recinto de juego, es decir, detrás de la valla. No se le puede echar ni mucho menos de la instalación. Eso sí, su comportamiento aunque esté en la grada es susceptible de ser escrito en el acta.

Anónimo dijo...

La transgresión de las normas y la agresión al arbitro
En su columna de esta semana, la Licenciada Julia Alvarez Iguña, presenta un enfoque psicológico sobre el rol del árbitro y los jugadores durante la competencia deportiva
El fin de semana pasado jugaban Los Pinos y Virreyes Rugby Club, por el Grupo IV de la Unión de Rugby de Buenos Aires, y tuvo como hecho saliente la agresión a un árbitro. En el segundo tiempo, el árbitro Diego Achával cobró una penalización contra el equipo local. Uno de los jugadores de Los Pinos, no aceptando el fallo, le gritó: “¿Qué pitas, capullo?”. Achával no dudó y le sacó tarjeta roja. Enseguida, el agresor golpeó al árbitro y lo dejó tendido en el piso.
No tengo nada que ver con el jugador que cometió esa infracción. Ya es común ver en los partidos insultos, gritos, amenazas a los árbitros, pero más allá de la falta hacia el árbitro, quisiera pensar en la falta a la función y el rol del árbitro.
El deporte es una preparación constante para aplicar a la vida. Una de sus funciones educativas, se relaciona al aprendizaje del manejo y control de los impulsos o instintos naturales por medio de normas. Son esas normas, esos límites los que nos dan una identidad y nos definen como jugadores y como personas, haciéndonos respetar, pero al mismo tiempo, respetando al compañero y al rival que está al lado nuestro.
Como decía Aldous Huxley (1969) el deporte bien utilizado puede enseñar resistencia, implementar el juego limpio, el respeto por las normas, el esfuerzo coordinado y la subordinación de los intereses personales a los de grupo; sin embargo, mal utilizado, puede promover la vanidad personal, el deseo codicioso y egoísta de victoria y odio entre rivales, y el espíritu colectivo de intolerancia y desdén por los demás.
La competencia es descarga de agresividad sublimada, donde se pone en juego el impulso o ansias de dominio; dominar los objetos, dominar nuestro cuerpo, dominar al otro. Si viviéramos o jugáramos, en una libertad descontrolada, ya no sería un deporte, sino una guerra de todos contra todos. Es así que se instala la ley, la norma, el reglamento, imponiéndose por medio de la representación del árbitro. Su ley funciona como una obligación externa, que el jugador debe aceptar si no quiere ser penalizado, expulsado, para luego ser reintegrado de nuevo en lo social por medio de la interiorización de la ley moral. Así como el jugador aprende habilidades físico-técnicas, también debe ser entrenado a tolerar situaciones, a perder, donde no siempre se consigue lo que se quiere.
No se logra nada con transgredir, agredir, insultar o golpear al árbitro, a los compañeros o al público. Solo trae consecuencias negativas con la consiguiente expulsión del jugador. No es el árbitro el que expulsa a un jugador, sino que suele ser el propio jugador, el que se auto-expulsa por el número de faltas cometidas, pero es bien sabido, que la culpa siempre la tiene el otro, en esa tendencia del ser humano de poner afuera lo que no podemos solucionar.

Anónimo dijo...

El árbitro sanciona a un jugador no tanto “por” lo que hizo, sino “para” que pueda continuar en el futuro, en el cumplimiento de las normas sociales. El gran peligro reside en ver en los límites, sólo el aspecto empobrecedor de lo que nos quitan y nos prohíben.
El deporte nos hace enfrentar momentos de fracaso y de pérdida, ya que supone la reducción del deseo, donde no todo lo puedo, y el desarrollo de la capacidad de espera, con la esperanza de saber, que lo esperado, está allí afuera, para obtenerlo luego del sacrificio por lo deseado y merecido de nuestro esfuerzo.
Los que entienden que a veces se puede perder creen en la cultura del respeto, en el sacrificio personal y saben admitir la derrota como un aprendizaje, y no como un abandono.
Por el contrario, la persona con perfil de ganador, nunca asume sus propias responsabilidades. La culpa la tiene el otro, el destino, la naturaleza, la mala suerte, el árbitro.
Lic. Julia Alvarez Iguña
Psicología aplicada al Alto Rendimiento
juliasports@fibertel.com.ar
www.psico-deportes.blogspot.com
Fuente: http://www.rugbytime.com/psicologia/

Anónimo dijo...

Pues gracias por el artículo. La verdad es que como entrenador de categorías inferiores me debería meter la lengua en el culo más de una vez. Aunque siempre intento hacer las críticas con respeto y pedir disculpas después del partido si así es necesario es bueno que de vez en cuando los árbitros nos hagáis ver la realidad que muchas veces tenemos distorsionada.

Puede ser que un partido se haga difícil con un árbitro pero sin él sería imposible.

furun15