Arbitros Asistentes

Desde hace años se viene reclamando por casi todos los estamentos: clubes, entrenadores, jugadores, público... incluso los propios árbitros, por la creación de una figura que se antoja indispensable o, cuando menos, muy importante, para un mejor desarrollo del juego. Hablamos, concretamente, de los árbitros asistentes para los encuentros de División de Honor.
Es cierto que desde hace muchas temporadas vienen realizando esas funciones de "jueces de línea" muchos árbitros. En la mayoría de los casos se trata de árbitros con licencia por la territorial donde se disputa el partido; no necesariamente territoriales, puesto que lo más habitual es que al menos uno de los dos sea árbitro de categoría nacional.
Pero esto no parece bastarle a los clubes que lo que suelen poner en duda no es la capacidad del árbitro... sino su imparcialidad al pertenecer a la territorial "local". Vamos, que una vez más demostramos la importancia de los tan cacareados "valores" del rugby. De entrada, confianza cero en la imparcialidad del árbitro/os. Esto llega a límites insospechados y para muestra, tan sólo un ejemplo: hace un par de temporadas en uno de los más importantes campos se disputaba un encuentro de la División de Honor A. El árbitro principal (yo en esete caso) acudía desde su localidad de orígen con un árbitro asistente (de categoría nacional) mientras que el otro asistente designado pertenecía a la territorial local. Por motivos que no vienen al caso, el árbitro "local" no compareció, por lo que se procedió a un sorteo entre ambos clubes para que designaran un "juez de línea" que auxiliara al árbitro principal al menos con las tareas básicas. Resultó ganador de dicho sorteo el club local, que designó a uno de sus jugadores que no podía disputar el encuentro por estar lesionado en un hombro, lo que no le impedía levantar el banderín y correr la banda. Hasta aquí todo bien. Por aquello de la "imagen", se le prestó a éste jugador una camiseta de árbitro para que el trío fuera perfectamente conjuntado. Y comenzó el partido. Debo decir que, sin duda ninguna, fue de las mejores actuaciones que he visto a un árbitro asistente: perfecto en la señalización de laterales (dónde y a quién correspondía el saque); la marca de los diez metros en los saques de lateral y golpes de castigo; la marca de los cinco metros en las melés; la coordinación con el asistente "oficial" en los tiros a palos... vamos, un auténtico lujo. De hecho, así se lo hice saber al término del encuentro; que ganó el equipo local, por cierto. Hasta tal punto cumplió perfectamente con su cometido que, tras conceder un ensayo al equipo local ("su" equipo) veo que se encontraba varios metros más atrás con el banderín levantado, indicándome que el jugador portador del balón había pisado la línea de lateral. Por supuesto, hice caso de su indicación y se disputó un lateral en ese punto.
Lo más gracioso (o no) de la cuestión es la bronca que tuvo que soportar ¡de sus compañeros! en ese momento y del público tanto en ese momento como al término del encuentro. Imparcialidad, decían. Espíritu. Valores.
En fin, no es más que una anécdota creo que muy ilustrativa.
En cualquier caso y para intentar solucionar la espinosa cuestión de los árbitros asistentes, se ha decidido por parte del Comité Nacional de Arbitros y la FER organizar un curso de Arbitros Asistentes. Cosa que me parece muy bien, que conste.
La cuestión es, como resolver el problema "logístico" tras la formación. Porque muchas voces claman por la "tripleta"; es decir, que el árbitro principal viaje siempre con los mismos dos asistentes.
 
El Comité Nacional de Arbitros parecía decantarse por la fórmula de la "tripleta" viajera; pero se encuentra con el problema económico. El traslado de tres personas no triplica el gasto pero, desde luego, encarece el coste por partido.
El Comité Nacional de Arbitros se decanta por una fórmula, además, en la que exige que para ser árbitro asistente NO SE PUEDE ser árbitro nacional en activo, pero admite a cualquier árbitro regional e incluso a personas que ni siquiera sean árbitros.
Vale; no es mala idea.
Pero, primera cuestión: si son árbitros en activo (regionales o nacionales), ¿no arbitran los fines de semana que tengan que hacer de asistentes?
Entonces, segunda cuestión: si no son árbitros en activo... ¿qué pasa si el árbitro principal no puede continuar el partido?
La primera cuestión la resuelve el Comité Nacional exigiendo la priorización: aquellos que opten a ser árbitros asistentes tendrán como prioridad serlo, antes que arbitrar en su territorial. Estoy de acuerdo; de ahí que en el Comité de Madrid se haya instado a participar a árbitros con cierta edad y experiencia en el arbitraje pero cuya carrera no parece dirigida al ascenso a categoría nacional.
La segunda cuestión parece más peliaguda. ¿Qué hacer en el caso de que un árbitro principal vaya acompañado por dos personas con muy poca experiencia en el arbitraje?
La solución no es fácil, desde luego. Especialmente si añadimos el handicap económico que va a dificultar que los tríos o tripletas puedan viajar juntos.
En mi opinión, debe afrontarse desde luego (y el curso de hace 15 días es un buen primer paso) la creación de un cuerpo específico de árbitros asistentes. Que se dediquen, a nivel nacional, exclusivamente a eso. No obstaría esto a que pudieran arbitrar, cuando estuvieran libres, en sus territoriales respectivas.
También en mi opinión, no es tan relevante la cuestión de viajar o no juntos. Creo que lo importante es precisamente que los asistentes estén BIEN FORMADOS. Debería darnos igual actuar con un compañero de nuestra territorial ... o de 500 kms. de distancia, siempre y cuando los criterios sean los mismos. Esto requeriría, desde luego, la participación de los árbitros asistentes en las actividades formativas del CNA al mismo nivel que todos los árbitros nacionales.
Pero, ¿qué hacemos con la territorialidad? Que parece lo más grave para gran parte de los involucrados. Porque este problema choca frontalmente con la cuestión económica.
Pues creo que una fórmula mixta podría ser útil, positiva y no tan gravosa. Se trataría de designar a los árbitros asistentes por proximidad geográfica a la territorial donde se disputen los encuentros. Ambos asistentes viajarían juntos (con distancias donde el desplazamiento pueda hacerse en coche) y el árbitro principal desde su localidad de orígen. Ello no empece que si el desplazamiento es corto (susceptible de realizarse en coche) puedan viajar los tres juntos.
 
Como digo, la solución no es fácil y tampoco aquí tenemos la fórmula mágica. Esto tan sólo es una reflexión "en voz alta" con objeto de buscar la mejor solución para todas las partes implicadas.

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